jueves, 10 de febrero de 2011

Visionarios


La mirada del visionario: agacha la vista para ver el suelo que pisa, al tiempo que levanta su mente al lugar al que se dirige.

Hace unos meses me llevé una grata sorpresa en casa. Entre ropas viejas, al fondo de un armario, apareció una caja donde mi padre guardaba tres regalos de los que le hice en mi infancia para el Día del Padre. Se trata de un pisapapeles decorado con témpera verde y semillas de melón, de una amarillenta cartulina con una poesía escrita de mi puño y letra y un... .... ¡un cenicero de barro!

En la actualidad y aunque los papás de hoy fumen igual o más que los de antaño, es inimaginable proyectar un regalo así. El pensamiento colectivo y extendido dicta la incorrección de un presente de esa naturaleza, a pesar de no hacer tanto tiempo desde que una maestra no imaginara lo alejada que estaba de los valores que llegaban. ¿Qué son treinta años en la historia de la humanidad? Nada y un mundo; a la vista está.

No se me pasa por la cabeza ni por un segundo hacer ni el más mínimo reproche a mi maestra de aquellos años (faltaría más), pero no puedo evitar pensar en ello: ¿Dentro de treinta años cuando mis pequeños alumnos abran la caja de sus recuerdos y esquemas mentales relacionados conmigo y mi labor, qué se encontrarán? ¿Les abré dejado una colección de fósiles anacrónicos e inútiles en el mundo de adultos que les tocará vivir?... Probablemente sí, pero sinceramente espero y deseo que al lado de los ceniceros (testigos de mi falta de pre-visión e intuición) se encuentren también otros tantos objetos luminosos,vivos, útiles y liberadores.

Los maestros debemos pararnos a pensar en clave futura y no temer a jugar a ser visionarios. Educamos para hoy tanto como para mañana; un mañana lo suficientemente lejano como para no pertenecernos del todo, pero del que tenemos la obligación de adivinar sus entresijos, los pilares que lo cimentarán: y es que construimos una catedral que nuestros ojos apenas verán.

2 comentarios:

  1. Yo recuerdo de mi infancia, un caleidoscopio que nos hizo hacer una profesora en el colegio. Está guardado como un tesoro en casa de mis padres y ahora que he leído tu post me he acordado de él. Probablemente, las horas que pasé de niño mirando a través de ese tubo, las extrañas imágenes cambiantes, que yo mismo había fabricado con mis propias manos, ayudó a definir la persona que soy hoy en día.

    Volviendo a tí, seguro que tus alumnos guardarán cientos de gratos recuerdos tuyos. Conociéndote en persona, no me cabe duda de que tus alumnos son unos privilegiados, aunque todavía no lo sepan. :D

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  2. Yo también hice ese caleidoscopio...lo recuerdo muy gratamente y recuerdo que me pareció un "descubrimiento" genial.
    ;) Y Gracias amigo, eres muy amable.

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