jueves, 26 de mayo de 2011

Pensamientos infantiles recurrentes II


Si hay, ha habido, y habrá una frase pronunciada por un niño en el mundo esta es y será : -"YA SOY MAYOR". Es más, no conozco ningún niño que no haya dicho estas tres palabras decenas de veces en su infancia. Curiosamente el niño y/o su entorno las repiten incesantemente a cada pequeño paso evolutivo como si fuera la primera vez, y como si al pronunciarlas sufrieran un profundo ataque de amnesia que les impidieran reconocer qué imagen del propio niño tenían muy poco tiempo atrás. Estas circunstancias no son casuales, hacen parte de un plan.
Podemos afirmar que el pensamiento que sustenta el "ya soy mayor" denota una inquebrantable mirada puesta en el futuro, partiendo de un presente con espíritu de conquista.

"Ya soy mayor" es la expresión infantil del motor de la humanidad. Una humanidad que desde el inconformismo no ha dejado de prosperar.
Mejorar la calidad de vida propia y por extensión la de los congéneres ha sido una obsesión que ha acompañado al Hombre desde la noche de los tiempos, salpicando su devenir con hitos constantes y concadenados entre sí.
El resultado de todo este empuje humano es nada más y nada menos que nuestro modo de vida actual: una herencia acumulada que eclosiona en distintas formas de riqueza que disfrutamos pero de la que no nos conformamos, de la que no nos podemos conformar.
Si así lo hiciéramos no sólo estaríamos haciendo un flaco favor a generaciones futuras, también estaríamos faltando a nuestra propia naturaleza. Es la manera en la que los genes que nos gobiernan trazan el camino óptimo para asegurar la supervivencia, el de mirar siempre adelante a pesar de todo... ... ... Otra cosa es cómo utilizamos todo este potencial puesto a nuestro servicio y donde entraría en juego la educación, pero eso es otro tema que da para una entrada exclusiva.

Estimado visitante del jardín, la próxima vez que escuches -"Ya soy mayor" estarás ante la manifestación de un instinto tan potente como el hambre, la sed o la supervivencia; el instinto de la prosperidad. El instinto que no dejará a ese niño abandonar sus sueños hasta conseguirlos para así volverle a hacer soñar.

Si te ha gustado esta reflexión, quizás también te interese la primera parte de "Pensamientos infantiles recurrentes".

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